
La industria cementera en América Latina se encuentra en medio de una paradoja. Necesita crecer para cerrar brechas de infraestructura y calidad de vida, pero al mismo tiempo debe reducir su impacto ambiental en un contexto global de lucha contra el cambio climático.
Así lo explicó el director de Innovación y Acción Climática de la Federación Interamericana del Cemento (Ficem), Ricardo Pareja, al señalar que el mayor reto actual no es solo producir más, sino hacerlo sin aumentar la huella de carbono.
“En América Latina vivimos una paradoja. El cemento es un material esencial para el desarrollo y el crecimiento que requiere la región”, expresó Pareja, destacando que, a diferencia del norte global, donde ya se desarrolló gran parte de la infraestructura durante el siglo 20, el sur global debe avanzar ahora, “entregando el producto, pero descarbonizándolo a la vez”.
Según el experto, la descarbonización profunda del sector se proyecta en dos etapas. La primera incluye medidas conocidas como el desplazamiento de combustibles fósiles, que incluso pueden generar rentabilidad. La segunda, en cambio, implica innovación tecnológica aún no desarrollada, con altos costos. “Esa tecnología está siendo trabajada en países donde el Estado subsidia las plantas cementeras, una realidad que no va a ocurrir en nuestra región”, advirtió.
En el caso de República Dominicana, Pareja valoró positivamente las inversiones actuales en plantas cementeras, destacando que, por tratarse de una industria joven, el país cuenta con tecnología más moderna que en muchas economías desarrolladas. “Las tecnologías que están disponibles hoy día en Japón, en Estados Unidos y en Europa son peores tecnologías y más obsoletas que la que cuenta República Dominicana”, afirmó.
Sin embargo, aclaró que esa es solo una parte de la ecuación. Las inversiones futuras necesarias para alinear el sector con las metas de sostenibilidad abarcan optimización de procesos, valorización de residuos y expansión hacia el concreto como producto final. “Eso es un escalamiento que va a requerir muchas inversiones”, dijo.
Pareja sostuvo que el período más desafiante será después de 2040, cuando se requerirán tecnologías de altísimo costo. Por ello, Ficem apuesta por encontrar soluciones adaptadas a la realidad latinoamericana. En ese sentido, resaltó que “uno de cada cuatro árboles del mundo está en América Latina”, lo cual representa una oportunidad para impulsar soluciones basadas en la naturaleza como parte del proceso de descarbonización.
En cuanto a tecnologías clave a corto plazo, subrayó la importancia de integrar la gestión de residuos para convertirlos en combustible para los hornos cementeros. “No sacamos nada como sociedad en tener una agenda legal si no tenemos la infraestructura para que eso ocurra en nuestras ciudades”, apuntó.
También destacó que muchas de las inversiones no están dentro de las plantas cementeras, sino en la logística previa. “Esa es una cadena logística completa que requiere inversiones en las distintas etapas, y muchas de las inversiones no están en nuestras plantas, están justamente en que esos residuos puedan llegar en forma segura”, explicó.
Sobre los incentivos necesarios para que el proceso sea viable para el sector privado, Pareja sostuvo que la clave es comprender el costo social de no actuar. “Esta solución que parece barata está siendo muy costosa”, dijo al referirse al mal manejo de residuos y sus consecuencias en salud y medio ambiente.
La economía circular, explicó, ofrece múltiples oportunidades para la industria, más allá del reciclaje. “Nuestro producto intrínsecamente cumple con una característica de la economía circular que es la durabilidad”, sostuvo, citando edificaciones milenarias como el Coliseo Romano y señalando que muchas infraestructuras en República Dominicana tienen más de 80 años de vida útil.
En ese sentido, destacó la necesidad de repensar el diseño de edificaciones para permitir su reconversión. “Este hospital puede operar como 40 años como hospital, pero posteriormente si yo en el diseño lo considero, podría funcionar como vivienda habitacional”, señaló como ejemplo.